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reportaje. Equipos de emergencias

Rescates a vida o muerte

 

Los bomberos de Palma liberan cada año a decenas de personas atrapadas en vehículos por accidentes de tráfico

MARCOS OLLéS. PALMA. Un coche, una máquina o un muro pueden convertirse, en unos pocos segundos, en cárceles casi inexpugnables. Un accidente de tráfico o un derrumbe en una obra son el escenario de complicados rescates de personas en los que los bomberos son auténticos expertos. Trabajan al límite entre cascotes y amasijos de hierros para devolver la libertad en casos de vida o muerte.

"La mayoría de actuaciones de este tipo que realizamos son debido a accidentes de tráfico", explica el sargento Rafael Matamalas, del cuerpo de bomberos de Palma, "aunque también trabajamos en casos de atrapados por máquinas industriales y por derrumbes en obras". En estos dramáticos escenarios, es imprescindible definir un protocolo de actuación. "Antes de empezar el rescate, recogemos toda la información posible sobre la víctima y su situación. Luego definimos una estrategia y trazamos la actuación que tiene más posibilidades de éxito", asegura Matamalas.

Los bomberos cuentan con unas herramientas específicas para este tipo de siniestros. Los equipos hidráulicos "son muy versátiles" y sirven para separar o cortar aquellas piezas que aprisionan al atrapado, mientras que los neumáticos son utilizados para crear espacio entre la víctima y aquello que lo atrapa. Estos últimos pueden levantar o empujar hasta 39 toneladas de peso. Otros instrumentos como las sierras y los martillos se tornan indispensables para los rescatadores. "En algunas ocasiones, utilizamos estos instrumentos al límite de su capacidad. Son los rescates más complejos y costosos, cuando no tienes espacio para colocar bien la máquina y actúas con muchas dificultades".

Un rescate "extremo"

Los bomberos de Palma vivieron el 22 de marzo de 2007 uno de los rescates más complicados de los últimos años. Un hombre quedó atrapado entre la cabina de un camión y el tráiler de este, en el interior de un buque atracado en el puerto. La víctima estaba manipulando unos cables de frenado cuando el vehículo comenzó a bajar una rampa sin control y chocó contra una pared. "Cuando llegamos allí, el hombre estaba completamente aprisionado. Sólo asomaba un brazo por el lateral del camión", recuerda el sargento Matamalas. Tras evaluar la gravedad de la situación, los bomberos comenzaron a estrujar la cabina para crear un espacio por el que rescatar al herido.

"Desde la parte alta del camión fuimos aplastando la cabina, porque era imposible mover el tráiler. Pesaba 39 toneladas y las máquinas trabajaban al límite de su capacidad". Poco a poco, los bomberos abrieron un hueco entre ambas partes del vehículo. La cabina se había deformado a consecuencia del impacto, por lo que se creó un espacio donde quedó alojado el cuerpo de la víctima. "El siguiente paso fue evitar que el hombre se escurriera por el espacio creado, así que le colocamos una cuerda en el pecho y la atamos al techo". El rescate se prolongó durante dos dramáticas horas hasta que los bomberos lograron liberar al hombre hasta la pelvis. "Lo izamos y pudimos sacarlo de allí para que lo atendieran los médicos. Fue un rescate muy complejo, de los más extremos que he vivido", asegura Matamalas.

La víctima, de 37 años, fue evacuada en estado crítico a Son Dureta, donde fue sometida a una intervención quirúrgica. A pesar de las gravísimas lesiones sufridas en las piernas, los médicos pudieron salvarle la vida. "Para nosotros, la prioridad siempre es la víctima. Su estado es el que marca el proceso de rescate, si podemos ir despacio y seguros o si hay que liberarla cuanto antes", explica Matamalas. "Nuestro objetivo principal es que los heridos no lo pasen peor de lo que lo están pasando", sentencia.

Pero el rescate en el buque fue un hecho excepcional, ya que la inmensa mayoría de rescates de atrapados que llevan a cabo los bomberos son consecuencia de accidentes de tráfico. "En estos casos el resultado siempre es el mismo, pero entran muchas variables en juego. La situación cambia radicalmente si el vehículo está volcado o ardiendo; si las víctimas están en la parte delantera o trasera; si tienen todo el cuerpo atrapado o solo un pie...".

El panorama que se encuentran los bomberos cuando acuden a este tipo de siniestros suele ser siempre el mismo. Un coche convertido en un amasijo de hierros retorcidos que mantienen cautivos a sus ocupantes. "Con las herramientas de que disponemos tratamos de devolverle a la víctima el espacio que ha perdido", asegura este sargento de los bomberos de Palma. "No tenemos en cuenta el destrozo que hagamos al coche, sólo pensamos en la víctima".


Cárceles con ruedas

El diseño y los materiales utilizados por los fabricantes de automóviles y la falta de mecanismos de seguridad para evitar que los ocupantes queden atrapados juegan un papel fundamental para convertir los coches en cárceles con ruedas. "Es una antigua reivindicación de los bomberos. Para nosotros, un airbag que se ha activado pero no se ha deshinchado es un problema a la hora del rescate", comenta Matamalas. "Los fabricantes solo tienen en cuenta elementos de seguridad activa -como los frenos ABS- y pasiva -los airbags-, pero no aquellos que pueden favorecer un rescate. Ahora están empezando a incluirlos en sus vehículos, pero pasarán años hasta que estén completamente implantados estos mecanismos". En 2005, los bomberos de Palma efectuaron 62 rescates de atrapados en accidentes de tráfico.

Fuente/// http://www.diariodemallorca.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008071400_10_375929__Sucesos-Rescates-vida-muerte